Anuncio de una avería
Enero 2002
Pues como todo cada cosa en su momento.
 
Se había cumplido recientemente el primer aniversario de Altaïr. Los Megacooters aún no contaban la propagación que disfrutan ahora. Todos estábamos un poco "maniacos" al asunto de las averías, del servicio postventa de las marcas...
 
Este fin de semana estuvo marcado por un accidente y el descubrimiento de un fallo en Altaïr. Nosotros ibamos por delante en el marcador de kilometros entre toda la gente que conocíamos por lo que nos sentíamos un poco Beta-tester. Por cierto este  fallo no lo vimos nunca en ningún otro Suzuki Burgman.
Ay! amigos. Cómo poder explicar el horror tan terrible que salpicó mi visión en la tarde-noche de ayer viernes. Quizás lo mejor sea que empiece a narrarles desde el principio una sucesión de hechos que aunque no sean todos de la misma espectacularidad si son elementos imprescindibles para entender el sufrimiento intolerable que se apoderó de mi en el día de ayer.

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H E C H O  P R I M E R O

Había caído ya la noche de un frío 21 de Diciembre cuando la gente se agolpaba en la Gran Vía madrileña ultimando sus compras de Navidad.
 
Constantemente se repetía por los diferentes medios el consejo del Ayuntamiento de Madrid de desplazarse por la urbe en transporte publico debido al colapso circulatorio que debido al mal tiempo y exceso de automóviles se había producido en todas las vías de la ciudad.

Sergio Altaïr sonrió, pegó el último trago a su cerveza, dio un besete a Roko y saltó fuera de su casa antes de que éste se diera cuenta. Rápidamente se dirigió al garaje. Un giro de llave, un botoncito y a la carretera!. Tras un día de lluvia el asfalto de la N-VI estaba completamente húmedo y la brutal caída de temperaturas hacia pensar que podía helarse en cualquier momento. A un ritmo tranquilo Altaïr fue digiriendo poco a poco los treinta y tantos kms que les separaban de la urbe.

Finalmente Madrid le recibió con una colorida calle Princesa llena de multitud de coches, procesiones de personas recorriendo los escaparates.

Altaïr trataba torpemente de avanzar entre los automóviles. Había quedado con Cristina en apenas hora y media y no sabia si le iba a dar tiempo a realizar su "misión". Semáforo.

Poco a poco fue llegando a la plaza de Callao. El tráfico era cada vez mas espeso. Altaïr renunciaba ya a "regatear" los distintos coches reduciendo su batalla a pasar entre los distintos carriles. Llegó al punto elegido. La esquina estaba vacía, ahí podía dejar perfectamente a Altaïr. Escaló el escalón con la precisión de un bebedor empedernido de café y detuvo a su compañera de aventuras tras lo cual comenzó el "ritual" de seguridad colocando cierres por aquí y por allá. Sin detenerse un momento Sergio entró en la tienda.

En un bolsillo de su abrigo había traído una cerveza que no dudó en abrir mientras comenzaba el loco proceso de selección de discos que sin mas dilación debía de llevarse. Tras el ultimo trago, Sergio ocultando su rostro tras una pila de cds permanecía en la cola que le separaba de la "ausente" cajera que mantenía como única función humana el habla: "son x ptas... me deja su dni?"

Altaïr no tuvo ningún problema para alojar la bolsa que contenía el preciado tesoro que Sergio acababa de adquirir. De nuevo el giro de llave, el botón...

Lentamente comenzó el descenso del escalón. Altaïr se encontraba transversal al sentido de la marcha de la Gran Vía. De hecho tendría que cambiar de sentido, para lo cual tenia que cruzar de alguna forma los 3 carriles que configuran las vías de la Gran Vía. Tenia suerte, puesto que su esquina correspondía a un cruce que permitía el cambio de sentido. El semáforo estaba en este momento verde para cruzar la vía por lo que todos los coches se mantenían parados. Sergio dudó, se encontraba en el tradicional momento de amarillo-verde. Sus ojos miraron al de los protegidos conductores de automóviles que se mantenían detenidos tras el semáforo. El primero estaba parado. Un impulso de acelerador, Altaïr se coloco a su altura. Sergio miró al siguiente, este empezó a animar su marcha con la mano. Otro impulso de acelerador. Altaïr se encontraba ya en el segundo carril. El asfalto estaba húmedo y resbaladizo a rabiar. Los cansados ojos de Sergio trataron de encontrarse con los del conductor del ultimo coche. Se miraron. Otro impulso de acelerador. Altaïr estaba comenzando a rebasar el tercer carril. A partir de aquí podría ya incorporarse a la Gran Vía sentido Plaza de España. Notó un resplandor. Detuvo la moto. Comenzó a girar su cabeza hacia la izquierda.
El resplandor se acercó. A Sergio no le dio tiempo a identificarlo. El manillar de Altaïr se giró violentamente acompañado de un seco sonido que detuvo a toda la Gran Vía.

A cámara lenta Sergio giro su cabeza pudiendo observar como un scooter volador no identificado arañaba el húmedo y frío suelo. Su piloto enganchado no se sabe como acompañaba las chispas que el roce de las partes metálicas del scooter con el asfalto producían yendo a parar finalmente contra el paragolpes de un coche que viendo el "fenómeno" se había detenido.

Sacudió su cabeza y comandó a Altaïr a detenerse en el carril Bus del sentido contrario. - Mierda, Mierda se repetia... ¿de donde ha salido ese tío?. Con Altaïr frenada extendió su pata de cabra, quitóse el casco y con gesto malhumorado se acerco al caído scooterista.

Este empujaba los restos de scooter hacia la acera. Las cicatrices de golpes, maltratos, mas golpes, caidas del scooter eran tales que solo un experto podía ser capaz de identificar el Peugeot de 50 cc que antaño era objeto de deseo de un montón de adolescentes y que hoy con el paso de los años y falta de cuidado... El caído piloto se quitó el casco. Los rótulos que llevaba a la espalda de su cazadora le revelaban como mensajero. Su acento como extranjero. - ¿Te has hecho daño?- le preguntó secamente Sergio. - No- contestó el mensajero. - Ha sido culpa tuya le increpó a continuación. - ¿Quee,? que dices tio? De que vas? Ibas por dirección contraria y por eso no me has visto. - Si, pero el disco estaba verde. - Ya y yo pasando y todos los coches parados, y yo ya había pasado, y tu que ibas por el otro carril no me has visto porque me tapaban los coches parados. Si hubiera sido un coche te habrías matado. Además, quien se ha caído?? y venga si te pones así hacemos papeles y ya está.

El mensajero comenzó a elevar la voz al ver que Sergio se dirigía a Altaïr para sacar la documentación. - Ha sido culpa tuya pero me da igual!- -Y dale, que no ha sido culpa mía, que tu ibas por el otro carril y "follao" y por eso no me has visto. -Al darse la vuelta mientras contestaba al mensajero Sergio se dio cuenta de que en la acera un grupo de personas que hacían cola para entrar al cine les veían y seguían el devenir de los acontecimientos.

Ya con la documentación en la mano, Sergio recapacitó. Su enfado le había llevado a chillar amenazantemente al mensajero y el solo recuerdo de Altaïr arañada le impulsaba a pegar al chaval que duramente trataba de ganarse la vida. Se acercó a él. - ¿Te has hecho daño?, -le preguntó de nuevo. -No- le contestó el mensajero. Ibas muy deprisa, has visto que el semáforo se ponía verde y has acelerado y justo en ese momento salía yo no?. - si- contestó el caído. -Venga, lo siento. No creo que haya nada mas gilipollas que dos motoristas se den una ostia en Madrid y luego encima se peguen... Sedieron la mano. Uno de los de la cola comenzó a aplaudir.

Altaïr arranco de nuevo. Tan solo un arañazo en la aleta delantera la certificaban como mas "rutera" aun que antes.

Naturalmente Sergio llego tarde a su cita.


H E C H O   S E G U N D O


Por una vez Cristina llegó puntual a su cita con Sergio y Altaïr. Estos le estaban esperando una tranquila esquina de un tranquilo pueblo de las cercanías de Madrid. El plan era ir a la ciudad, comer, realizar unas compritas y volverse rápidamente a casa. Pasado mañana era la noche de reyes y había que preparar cada detalle. Mientras se saludaban Sergio pensó que era un buen momento para ver el aceite que le quedaba a su compi de aventuras. Se agacho, trato de abrir el tapón. -mmmmmmmaaaaaaahhhrhhrhrr. Se ha quedado pegado. - ¿No puedes?- le preguntó Cristina. - MIERDA, MIERDA, MIL VECES MIERDA-, gritó Sergio. - Joder!!!, no me lo puedo creer!!!. - ¿Que pasa Sergio?- dijo alarmada Cristina.

-Pero que mierda de motooooooo.- contestó Sergio, - se ha roto el chasis!!!!.

Una más detenida observación tranquilizó a nuestros heroes sacándoles del error de la rotura del chasis de Altaïr. Sin embargo estimado lector, el horror que se apodero de ellos rozo casi lo intolerable al observar que el refuerzo del tirante metálico que sujeta el silencioso de Altaïr habiase quebrado probablemente por las vibraciones que este ultimo había producido. 

Tras recuperarse de ese momento, tanto Cristina como Sergio Altaïr sabían que igual que su amigo Manu, de nuevo, para ellos comenzaba ahora la guerra de la garantía!!!

Ws Altair